
Generalidades de la imagenología en el dolor abdominal
Publicado: 21 enero, 2022Usualmente
la evaluación de un paciente adulto con dolor abdominal es un reto para la
atención primaria, para un médico de emergencias o para un cirujano. A pesar de
que el dolor abdominal es experimentado por casi todos los adultos y usualmente
es autolimitado, este puede ser el presagio de enfermedades graves que demandan
diagnóstico y tratamiento inmediatos.
Mucho
se ha escrito acerca de la evaluación clínica del dolor abdominal agudo, y aquí
se abordará este tema en forma breve, permitiéndonos concentrarnos en el papel
determinante que juega la imagenología. La evaluación comienza con una historia
clínica exhaustiva, determinando por ejemplo si el dolor es de reciente
aparición o es recurrente, dónde está localizado, así como cuál es su
naturaleza, los exacerbantes y atenuantes del dolor, los síntomas
gastrointestinales asociados, etc.
El
examen físico incluye signos vitales, así como la auscultación de los ruidos
intestinales, percusión y palpación para evaluar sensibilidad y signos de
peritonitis o traumatismo. Las mujeres en edad reproductiva requieren análisis
específicos para embarazo, enfermedades de transmisión sexual y examen pélvico
en el caso de que presenten dolor en la parte baja del abdomen o dolor pélvico.
Los exámenes de laboratorio se solicitan según los síntomas específicos del
cuadro clínico que presente, como pruebas de funcionalismo hepático en
pacientes con dolor en el cuadrante superior derecho, pero debe incluirse
siempre una hematología completa, electrolitos séricos, BUN, creatinina y
glucosa, lipasa y/o amilasa. A las mujeres en edad reproductiva o que
manifiesten dolor pélvico se les debe realizar una prueba para confirmar
embarazo, así como también un examen de orina.
Si
un paciente con dolor abdominal agudo puede o no ser evaluado segura y
efectivamente de manera ambulatoria o en el consultorio, es una decisión
esencial que debe tomarse rápidamente. Los pacientes con signos vitales
inestables o con evidencia de peritonitis al examen físico, o en los casos en
los cuales presenten una enfermedad potencialmente mortal (rotura de una
aneurisma aórtica, embarazo ectópico, infarto intestinal) deben referirse
inmediatamente a una emergencia y considerar una cirugía de urgencia.
Dolor
agudo versus dolor crónico
No
existe un criterio estricto confiable para clasificar el dolor o su etiología,
a excepción de algunos casos. El dolor que se ha mantenido esencialmente sin
cambios por meses o años puede clasificarse con seguridad como crónico,
mientras que aquel que ha empeorado progresivamente a lo largo de horas o días
o cuya presentación es repentina es claramente un dolor agudo. La mayoría de
las enfermedades obstétricas y ginecológicas, urolitiasis (cálculos renales) o
rotura de aneurisma aórtica abdominal tienen mayor probabilidad de tener un
comienzo agudo. Otros pacientes tienen un patrón mejor conocido como “agudo en
crónico” o dolor recurrente, con períodos de exacerbación, siendo la enfermedad
inflamatoria intestinal un ejemplo típico.
Rol
de la imagenología
La
radiografía simple tiene un papel limitado pero importante en la evaluación de
pacientes con dolor abdominal agudo, principalmente en la detección de
obstrucción de intestino delgado o de colon o alguna perforación (aire libre).
Una evaluación con radiografía simple debe incluir la proyección en decúbito
supino y la proyección en bipedestación (o en decúbito lateral izquierdo);
estas últimas son esenciales para detectar aire libre intraperitoneal y niveles
hidroaéreos. Si el médico de referencia determina que se necesita una TC
abdominal para evaluar a un paciente particular, una radiografía simple puede
resultar redundante, pues una TC detecta casi todas las patologías
abdominales con una gran sensibilidad y especificidad.
La evaluación imagenológica
en mujeres jóvenes o en pacientes con dolor agudo en el cuadrante superior
derecho o dolor pélvico puede realizarse o excluirse combinando la evaluación
clínica y la imagenológica. Incluso la US puede excluir efectivamente la presencia de un embarazo intrauterino
en una mujer que necesitaría una evaluación adicional por TC, además de mitigar
la preocupación de la exposición de radiación para el feto. La US es altamente
dependiente del operador. Si bien algunos diagnósticos como la colecistitis
aguda son relativamente sencillos, muchas otras condiciones, incluyendo la
apendicitis aguda y la mayoría de enfermedades obstétricas y ginecológicas,
requieren de una pericia considerable tanto para su realización como para su
interpretación.
Una
vez que a un paciente se le ha encontrado un significativo dolor abdominal de
etiología no conocida, la TC de abdomen y pelvis (se puede incluir la torácica
en algunos casos) es la evaluación imagenológica de elección. Con excepción de
la evaluación de cólico renal, casi todas las enfermedades del tracto
gastrointestinal o genitourinario se evalúan con mayor facilidad y certeza con
TC después de la administración de un medio de contraste
intravenoso. Algunos diagnósticos, como infarto intestinal, esplénico o
renal, no pueden realizarse con base en una exploración de TC sin
contraste. Para algunas enfermedades, como hemorragia del tracto
gastrointestinal, aneurismas y oclusión arterial, la angiografía por
TC es la técnica de elección, y esta difiere de la TC con contraste estándar en
que las imágenes se obtienen durante la fase de realce arterial (en vez de
venosa). Una exploración con TC que se realiza y se interpreta de forma
correcta es extremadamente eficaz en el diagnóstico o en la exclusión de causas
estructurales y orgánicas del dolor abdominal, especialmente aquellas que
requieren una intervención médica o quirúrgica urgente.
Un
principio algo contradictorio es que la administración de un medio de contraste
oral o entérico “positivo” (radiopaco) es poco necesaria para la evaluación de
un paciente con enfermedad aguda y puede estar contraindicada. La existencia de
material de alta densidad en el intestino hace que sea difícil o imposible
determinar la presencia y extensión de realce de la mucosa gastrointestinal,
siendo este el parámetro crítico para infarto intestinal, infección o
inflamación. Incluso si se sospecha de obstrucción intestinal, no recomendamos
la administración oral de material de contraste por varias razones: los pacientes
usualmente sienten nauseas y están reacios a los líquidos, la luz del intestino
obstruido está lo suficientemente distendida con el líquido entérico habitual,
y queremos ver el realce de la mucosa y los vasos para poder reconocer
complicaciones de la obstrucción intestinal, como infarto y vólvulo.
En
los últimos 20 años, las diferentes herramientas de imagenología usadas para
evaluar a los pacientes con síntomas abdominales han cambiado dramáticamente.
En esta era el acceso relativamente sencillo a imágenes de corte transversal y
la endoscopia, radiografía simple y exámenes fluroscópicos (con bario) han
perdido mucho de su utilidad, aunque no del todo. La ultrasonografía,
tomografía computarizada y la resonancia magnética son las modalidades dominantes
de uso frecuente.
Es
probable que muchos cirujanos y otros médicos que tengan a su cuidado pacientes
con enfermedades hepatobiliares, pancreáticas o gastrointestinales hayan
recibido relativamente poca instrucción formal de cortes transversales de
anatomía y poca visualización anatómica en estudios imagenológicos durante sus
estudios de medicina o residencia. Además, la continua y rápida evolución en
equipos de imagenología y en protocolos de exploración puede hacer difícil para
radiólogos, y casi imposible para otros médicos, mantenerse al día con nuevos e
importantes descubrimientos.
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para cada procedimiento.
Texto
tomado del título Imagenología en Cirugía Abdominal, Federle
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